martes

Los atardeceres de mi ventana

Hace poco, muy poco que vivo en un pueblo de 24 habitantes. Y mi punto de vista sobre la vida ha cambiado.
El simple hecho de atardecer, de observar el cambio de colores en el cielo, me encanta. Tengo la suerte de ver milanos, cernícalos y corzos desde el calor de mi casa. Y mucha gente que me conoce desde hace tiempo no entiende qué he encontrado  yo en éste lugar. Es más, mucha gente que vive en el mismo pueblo, no entiende qué he encontrado yo en éste lugar. No ven las pequeñas cosas que el campo me regala todos los días. En concreto, un vecino del pueblo se sorprendió del atardecer cuando lo vio en mi cámara de fotos. Y tras verlo en la pantalla digital, lo vio bonito, pero no se daba cuenta antes de que lo tenía en vivo todos los días también en su ventana.
Viajamos para ver las 7 maravillas (que lo son porque lo han decidido un grupo de personas) y no somos capaces de contemplar las que tenemos al alcance de la vista (que lo son porque nosotros sabemos apreciarlas).
No digo que sólo estén en el campo o la naturaleza. Puede que a  muchos, la Gran Vía de Madrid les mueva lo mismo que a mí ver a mi gato durmiendo. Lo que sí es verdad es que cuando nos acostumbramos a ver algo todos los días, se vuelve mediocre, normal, para nosotros.
Pero fijáos en los niños, que ven su alrededor con esos ojos maravillosos para los que todo es nuevo. Lo descubren todo, y todos los días. Cualquier cosita nueva es digna de llamar a su mamá o su papá y tan  importante como para que dejen su quehacer diario y se asombren con ellos.
O los ojos del turista que sube a un avión y sacrifica sus vacaciones para disfrutar de lo que nosotros tenemos todos los días.
Hace pocos días, incluso no comprendían lo que disfrutábamos viendo comer a una vaca ¿cómo puede haber alguien que vea eso especial? o que nos hayan dejado un huerto. "Es lo normal en todos los sitios, no?" Pues no. No en todos los sitios tenemos ésto todos los días. Y así, puede que mucha gente se sorprenda de que un tren pase por debajo de la ría de Bilbao. Y los que viven en Bilbao, lo vean como algo normal.
Vivmos una vida tan estructurada, tan rápida que no nos permite pasar por ella fijándonos en los pequeños detalles. Y vamos a millones de kilómetros de distancia para ver cosas diferentes. Y la gente que vive en los destinos que elegimos nosotros, vienen aquí a ver grabados de Goya en el Museo del Prado. Y no hay quien desconoce más su tierra que el que vive en ella. (¿Cuántas veces esperamos para hacer turismo por nuestra ciudad a que venga un familiar a vernos?)
Buscamos grandes cosas o parajes espectaculares, y la vida en sí ya nos los ofrece, al otro lado de la ventana.

2 comentarios:

  1. Q bonito Iratxe!!!! Es inspirador... Dan ganas de salir del trabajo ,solo para fijarte en pequeñas cosas como la lluvia caer en la acera, o una madre jugando con su hijo... cosas cotidianas, normales...pero cosas que nos hacen sentir que estamos en este mundo y formamos parte de él...aunque sea como observadores.
    Un beso wapa... y sigue asi,que me encanta.
    Monica

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    1. Gracias, Mónica!!! Es impresionante lo qeu pueden llenar letras como las tuyas. Un abrazo!!!

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