martes

Aquí y ahora… Tengo psoriasis (Hablando en presente)

Siempre he oído cómo me han dicho que la psoriasis se debe al estrés mal manejado, que es una enfermedad psicosomática o que quienes lo sufren no saben expresar sus sentimientos de la manera correcta… Puede ser, nadie lo sabe. Si supiéramos a ciencia cierta de donde proviene, conoceríamos cómo abordarlo y no habría personas con esta enfermedad, ¿no creéis? Pero yo opino que en un momento en el que hay diferentes hipótesis de por qué se da, hay muchísimas personas sufriendo picores, miradas ajenas, artritis psoriásica y problemas de autoestima. Y eso sí que se puede paliar.




La coexistencia de ansiedad, depresión y psoriasis es enorme, se dispara si lo relacionamos con la población que no la padece. Somos muchos los que pensamos que éstas son secundarias a la patología inicial, que tanto una como otra vienen del hecho de tener psoriasis, no al revés (o por lo menos no siempre es así). Todas las situaciones anteriormente citadas provocan que la calidad de vida baje tanto que las personas que la sufren llegan a desarrollar ansiedad, depresión y diferentes desajustes emocionales.



En el artículo anterior mencioné la ansiedad secundaria. Es un tipo de ansiedad provocada por el hecho de tener otro trastorno, ya sea físico o psicológico. En este caso, sería la ansiedad que viene del hecho de padecer psoriasis, es decir, que la persona lo pasa mal por los síntomas físicos, sociales y emocionales de esta dolencia. Generalmente, intentar evitar los pensamientos y sensaciones negativas que provocan un tipo de enfermedad como esta, provoca mayor ansiedad, convirtiéndose en el pez que se muerde la cola. Seguro que me explico mejor con un ejemplo: en algún momento de nuestra vida todos nos hemos ruborizado por vergüenza o hemos sudado más de la cuenta, tartamudeado o temblado. ¿Y qué pasa cuando intentamos evitarlo? Que es peor, el síntoma que queremos enmascarar se exagera muchísimo. Nos ponemos más rojos o no somos capaces de pronunciar ni nuestro nombre, pasándolo aún peor. La situación que nos daba vergüenza pasa a segundo plano y es mucho peor el hecho de sentir lo que sentimos. Estoy convencida de que todos hemos sentido alguna vez miedo al hecho de tener miedo… Viktor E. Frankl, en su obra “El hombre en busca de sentido” explica cómo en estos casos lo mejor es practicar la intención paradójica. Volvemos a los ejemplos, consistiría en intentar por todos los medios ruborizarnos al máximo. Así, centrados en ruborizarnos, olvidaremos la situación que nos avergüenza y será difícil provocar dicho rubor. Pero no es bueno intentar aplicar esta técnica sin la supervisión y la preparación necesaria por parte de un profesional que conozca cómo aplicar dicha técnica.



Así también, la técnica del Mindfullness o consciencia plena es una nueva corriente (o no tan nueva) en la que nos centramos en explicar cómo nos sentimos en el momento presente, en el momento en que estamos hablando. Cómo nos afectan los recuerdos y cómo revivimos ciertas situaciones puede ser más efectivo que hablar en pasado. Multitud de experimentos científicos explican cómo cambian las percepciones en los recuerdos, distorsionando la realidad que en su momento vivimos. De esta forma, mezclando de manera correcta las vivencias, con técnicas específicas, conseguiremos una disminución de la activación del Sistema Nervioso Simpático, encargado de regular las reacciones inconscientes de nuestro cuerpo. Controlar las emociones que provocan en nosotros los recuerdos de una situación vivida, es un primer paso para aprender a controlar momentos de tensión, a la vez que refuerza la autoestima y nos proporciona un mayor autoconocimiento, autocontrol y un incremento en la confianza en nosotros mismos.



Iratxe Bolaños Adrián

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